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miércoles, 19 de abril de 2023

De como aprendí a ser más honesta con mis calificaciones

Recuerdo que en cuando estaba en el Colegio La Sagrada Familia, de tercero a sexto grado, estudiamos con el método personalizado.  Cada 15 días teníamos que llevar un reporte con la nota de la quincena. Pues cuando estaba en 5º grado en una ocasión había sacado solo 5 y 6 y me sentía avergonzada de mostrarla a mi mami y a mi papi. Decidí, una maravillosa idea, según yo: calcar la firma de mi papá.

Como a eso de las 7 de la noche, mi papá y mi hermano Carlos estaban en la sala. Me afligí al ver que mi padre tenía el reporte y mis clases con la firma falsificada. Ufff que sensación más horrible, me sentí tan chiquita, tan avergonzada.  Pero mi papá en vez de regañarme y castigarme le dijo a Carlos que se fuera y se puso a conversar conmigo.

30 de julio de 1975

 Aún tengo presente en mi memoria, el día 30 de julio de 1975, hace exactamente 39 años.

 Estaba esperando a que mi abuelita Mina, me llegara a traer a la casa, en la Urb. Universitaria, para irme a pasar las vacaciones de agosto o al menos unos días con ella, en la Col. Monserrat.  El teléfono no lo respondía, y se estaba tardando en llegar.  Me desesperé grandemente, y con apenas 9 años y medio, sin decirle nada a mi mamá o a mi papá, agarré mis cosas y me fui en bus.  Era la Ruta 30-B que me llevaría hasta donde mi abuelita, atravesando de norte a sur la ciudad.  Yo conocía la ruta porque con ella viajaba en buses, no necesitaba al motorista ni a nadie más.

Un Corazón Vivo


 

Quiero gritar


 

No me rindo