Aún tengo presente en mi memoria, el día 30 de julio de 1975, hace exactamente 39 años.
No recuerdo
que horas eran, pero tomé el bus en la esquina de la cuadra de mi casa. Bajó
por la Gabriela Mistral, para luego tomar la 25 Av. Norte y pasar frente al
Colegio Externado San José. Yo iba emocionada, queriendo pasar de
"cachimbona», pero también iba con temor, porque era la primera vez que me
subía al bus "yo solita". Había mucho tráfico y el bus pasaba
lento... Vi gente que corría en las
aceras en dirección de la Universidad de El Salvador. No sé cuánto tiempo pasó, pero al fin llegué
a mi destino.
Caminé a la
casa de mi abuelita, la que tenía y aún tiene, la Tienda Anita, frente al
Mercado Municipal de la Col. Monserrat, y cuando llegué allí alrededor de las
5:30 pm, la reacción de mi abuela Mina, para quienes la conocieron, fue la de siempre
cuando estaba conmocionada o exaltada, con su mano en el pecho: ¡ahh, ahh,
Aliciaaa llegasteeeee!, me gritó y entre sollozos me abrazó.
Yo me sentí
confundida, pensé para mí misma: wow como se emocionó, pero ¿qué pasa? Ella lloraba y me abrazaba fuerte. Al soltarme, agarró el teléfono y le llamó a
mi mami, para decirle que ya estaba allí.
Me la pasó y ella me dijo: hija, que bueno que estás bien, no vuelvas
hacer eso de irte sin avisar, no sabes lo que puede ocurrir en el camino. A lo
que respondí: sí mami, perdóneme.
"Una
manifestación donde participaban estudiantes de educación media y
universitarios, fue disuelta por las autoridades militares, hubo enfrentamiento
y murieron cientos de ellos".
En ese momento entendí el porqué de la aflicción de mi familia, me quedé con la boca y mis ojos abiertos, y de repente comenzaron a rodar lágrimas por lo sucedido, y me preguntaba: ¿por qué matan a estudiantes? ¿qué malo han hecho? y muy sorprendida del riesgo que yo había tomado al irme como lo hice. Pero creo que no fue la única vez que me aventuré a andar sola a pesar del peligro. Después entre juegos con mi prima Marimina, mis primos Néstor y Tito, y las cosas que hacía de manualidades con mi abuelita, me quedé tranquila en su casa, aunque con la zozobra de lo acontecido, sentía confusión y un poco de miedo de lo que podía pasar después.
NUNCA MÁS REPRESIÓN EN EL SALVADOR
Voces estudiantiles apagadas
por el cruel cañón
gritan por siempre:
El Salvador será libre
con respeto y valor.
Voces reprimidas con saña,
bañadas de sangre
por el odio y poder,
recuerdan hoy
"La paz hemos de construir".
Voces de ayer y hoy, a una,
proclaman con fervor:
NUNCA MÁS REPRESIÓN EN EL SALVADOR
Alicia
Herrera Rebollo.
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