Cuando leo el caso de Elías en I Reyes 19... Siempre me quedo pensando en cuantas veces, nosotros los humanos, aun los creyentes en Dios, muchas veces nos abatimos, entristecemos, deprimimos, ante un peligro o situación adversa, circunstancias pasadas, y temores futuros.
Muchos pueden decirnos al vernos así: ¿Y no
es cristiano pues? o ¿No tenés fe en Dios pues? y cosas por el estilo. Lo
que puede sumirnos más en la tristeza.
Siempre que leo el pasaje señalado me
llena de gratitud ver lo que hizo Dios con Elías, estando este lleno de miedo y
sumido en un sentimiento profundo de querer morirse porque se sentía solo y
perseguido.
Elías se fue al desierto, y en su angustia le dijo a Dios que deseaba morirse, vio un enebro y se acostó quedándose dormido. Después un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come.
Vio que había agua y alimento cerca de él, por lo que comió, luego, volvió a quedarse dormido. Después llegó el ángel por segunda vez y lo despertó y le dijo que comiera porque le tocaría caminar más. Se fue fortalecido, caminando por varios días.
Hasta aquí veo a un Dios que no juzga, que
no critica, que comprende y deja que Elías duerma para recuperarse de una
batalla librada y para dejar que sus emociones se asienten. Me gusta ver a este
Dios que no regañó a Elías, sino lo dejó descansar.
Y es que, quizás no muchos saben, que,
durante períodos de tristeza o depresión, lo que más se quiere es dormir, y es
también recomendado por profesionales de la salud mental, para recuperar
fuerzas. Por cierto, aun el apetito disminuye o no hay deseo de prepararlos. Por eso veo aquí a Dios preocupado y
contemplando, consintiendo si se quiere decir, a su siervo Elías.
Después de 40 días, Elías llega a una cueva en la que se escondió. Dios le preguntó: ¿Qué haces aquí Elías? A lo que Elías respondió sobre su temor de que lo mataran. Nuevamente no lo regaña, sino establece una conversación con su siervo. Me encanta ver a este Dios tan primoroso y comprensivo. Dios le manda que saliera de la cueva y Elías experimenta tres situaciones: un fuerte viento, un terremoto y un silbo apacible, y entendió que Dios estaba en el último. Esto nos recuerda que nosotros podemos buscar a Dios en grandes cosas, fuertes, apoteósicas, pero Él se nos presenta en pequeñas y silenciosas situaciones.
Aun después de haber sentido en el silbo apacible la presencia de Dios, Dios le vuelve a preguntar: ¿Qué haces aquí Elías? y este responde nuevamente sobre sus temores. Dios no le dice: Elías si estoy con vos o no tengas miedo; no, Dios no le reclama nada. Una vez más Dios no regaña a Elías, pero esta vez le dijo que actuara. Le ordenó que se fuera camino del desierto de Damasco y que ungiera a Nimsi y a Hazael como reyes y a Eliseo como profeta en su lugar. Estos libraron una gran batalla en Israel y Dios hizo que quedaran 7 mil que alababan a Dios y no habían claudicado ante los dioses falsos.
Pensando en nosotros, en aquellos que pasamos por etapas de tristeza o depresión por el motivo que sea, quiero señalar no si debemos o no debemos ponernos tristes, si tenemos o no fe, etc. Mi propósito es hacernos ver que, aunque los demás nos puedan juzgar, Dios no lo hace. Y así como entendió a Elías y no lo regaño ni lo juzgo ni lo cuestionó en su fe sino lo dejó dormir, descansar y comer, para luego prepararlo para librar una gran batalla, así es con nosotros. Cuando estamos en esos períodos no intentemos negar la tristeza o incluso depresión, sino apaciguarnos y meditar en lo que nos está aquejando. Quizás estamos siendo muy exagerados en nuestras apreciaciones del futuro o de la situación que vivimos, pero Dios quiere que nos detengamos y descansemos porque aún, Él nos ha de usar.
Después de períodos así, al menos en mi vida, he podido experimentar que Dios está allí conmigo, cuidándome, sosteniéndome y hasta alimentándome. Puedo estar sin alguien a la par mía, pero allí está Dios como estuvo con Elías.
Por otro lado, he podido ver que después de
este tipo de situación, en la que Dios ha cuidado y preparado, tiene algo
grande para esa persona.
No importa cuál sea la situación o la razón que nos pueda entristecer profundamente, debemos confiar en que Dios está allí con nosotros para simplemente cuidarnos, comprendernos y ayudarnos. Pero sepamos que también nos llamará a la acción cuando Él vea que estamos listos, aun cuando los temores estén presentes. Dios nos usará grandemente en lo que Él tenga preparado. Dios de alguna manera permite períodos así en la vida de muchos creyentes, y aun obreros cristianos, llevándonos a descansar y meditar en su presencia, para luego activarnos y usarnos.
¡Gracias a Dios por ser tan primoroso, comprensivo, y por ayudarnos en todo tiempo! ¡Dios está con nosotros sus hijos y sus siervos para sostenernos y para animarnos en la tarea que tiene para un futuro!.
Alicia Herrera Rebollo
23 de octubre de 2011
No hay comentarios.:
Publicar un comentario