- Porque al enseñar aprendo y al aprender,
cambio yo.
- Porque al estar en contacto con cada
niño, joven o adulto en el proceso de enseñanza-aprendizaje, me doy cuenta de
que aprendo más de lo que yo enseño. Y conocerlos hace que mi vida sea
mejor. Gracias a Dios por cada uno de los que he conocido en esta labor,
y por todos los que conoceré.
- Porque me da la oportunidad de contribuir un poquito a que otros puedan cambiar su vida, cambiando actitudes, pensamientos, palabras y acciones.
- Porque me hace sentir cerca de aquellos
a los que admiro y que han contribuido con su enseñanza a moldear mi vida en
las diferentes facetas de ella, y sobre todo de mi mamá quien es mi maestra de
vida.
- Porque es el don que Dios me dio, y me
fascina ejercerlo.
- Y sobre todas las cosas antes dichas,
porque haciéndolo imito a mi Señor Jesús, EL MAESTRO DE MAESTROS.
¡Gracias Señor por el privilegio que me das de compartir con otros lo que tú me has enseñado!
¡Gracias por los maestros que has usado
para mi bien y gracias por cada uno de los maestros con los que he podido
compartir como colegas y compañeros en esta noble labor!
Alicia Herrera Rebollo
22 de junio de 2012
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