Al leer el libro de Josué, en los capítulos 6 -8, he podido descubrir algunas claves para conquistar lo que ha sido prometido por Dios.
Algunos podrán preguntarse: bueno y si Dios
prometió algo ¿Por qué yo debo conquistar eso?
Creo que hay muchas respuestas para esto,
no las tengo todas, pero considero que una de ellas es que Dios quiere también
que seamos bendecidos al luchar por lo que Él nos quiere dar.
Dios había prometido una tierra a Israel. a
través de muchos de líderes como Abraham, Isaac, Moisés y ahora Josué que sería
el privilegiado en llegar y poseer la tierra prometida.
Pues a este Josué, Dios le dio
indicaciones. Y es en esto que he aprendido algunas lecciones o claves de
vida:
1. Para obtener lo prometido debemos seguir
al pie de la letra la Palabra de Dios, es decir, sus instrucciones. (cap. 6)
Si no, piensen: Para que Josué y el pueblo conquistaran Jericó, se les dijo que dieran 7 vueltas alrededor de la ciudad FORTIFICADA, a la séptima debían gritar y el muro caería. Más de alguno quizás pensó: ¿Y qué es esto? ¿Por qué hacemos esta locura? O tal vez alguien murmuró: ¡Así no se hacen las cosas! ¡Vamos a parecer locos! Solo imaginen la escena, hombres preparados para la guerra, dando vueltas alrededor de una ciudad con un muro alto y construido para que nadie lo violentara. Para ser sinceros, creo que muchos nos pondríamos a reír ante ese cuadro.
Sin embargo, obedecieron el mandato e hicieron
las cosas como se les dijo y entraron a conquistar. ¡Sí! Primera ciudad
conquistada, pues sucedió lo que se les había prometido, que los muros caerían.
2. No debemos hacer nuestra propia voluntad
cuando Él ha dado ya una orden de cómo hacer las cosas
Dios había indicado que no tomaran nada de la ciudad, sin embargo, uno lo hizo. Esto trajo serias consecuencias para el pueblo, y no fue hasta que el que lo tomo, confeso y devolvió lo tomado, que el pueblo fue liberado de la maldición en la que estuvo.
Cuando estemos conquistando algo no hagamos
lo que a nuestra ambición le apetece, o como creemos que sería mejor, y mucho
menos, como a otros les funcionó. No cambiemos lo que se nos ha ordenado para
acortar el camino para obtener lo prometido, recordemos que el fin no justifica
los medios. Hagamos las cosas conforme a la voluntad expresa de Dios.
Muchas veces estamos cerca de conseguir lo
que anhelamos, aquello que Dios prometió, pero nuestra carne, nuestra avaricia,
nos lleva hacer cosas fuera de las instrucciones de Dios, es así que echamos todo a perder, y no es hasta
que confesamos nuestro pecado, nuestro error, que las cosas comienzan a
salir bien.
3. Para ganar las batallas, no siempre
debemos hacerlas de la misma forma. (Capítulo 8)
Cuando Dios le dijo a Josué como conquistar la ciudad de Hai, las instrucciones fueron diferentes a las que había dado para conquistar Jericó. Esta vez, al ganar la batalla, les dijo que si podían tomar cosas de la ciudad.
Aunque no entendamos, Si en el pasado se
nos dijo NO, tal vez en el presente o futuro se nos dirá un SI.
Lo que cambia son las circunstancias y la
orden de Dios. O sea, no siempre debemos hacer las cosas como las hicimos
en el pasado. Debemos entender los cambios de tiempo y circunstancias y
sobre todo siempre seguir las instrucciones divinas, por raras que parezcan.
4. Nunca debemos poner en duda la Palabra
de Dios, sino obedecerla.
Aunque no entendamos el porqué de las cosas, o porque Dios cambia las formas o indicaciones para que hagamos las cosas... debemos siempre obedecerle y meditar en su palabra.
Él siempre quiere que estemos meditando y
leyendo su Palabra. Josué hizo que se leyera los mandamientos de Moisés.
Cuando participamos de lo que Dios quiere para nuestra vida, aquello que Él ha prometido que hará, Dios nos bendice y nos dará las instrucciones de cómo obtenerlo. No desmayemos en la lucha por conquistarlo, pero hagámoslo de la manera correcta, sin afectar a otros y a nosotros mismos.
En resumen puedo decir:
Para conquistar lo PROMETIDO debemos
siempre hacer la voluntad de Dios
22 de agosto de 2011
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