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lunes, 19 de octubre de 2015

Caminantes en caminos que se cruzan...(proceso enseñanza-aprendizaje)

Era 1993 cuando cursaba mi último año de estudios en el Seminario Teológico Centroamericano -SETECA - tomé la materia de Pedagogía 3 o 4. Mi maestro era David Rodolfo Mendieta B. Siempre me gustaron las materias pedagógicas, pero esa en particular me cambió el “chip” de lo que sería para mí en el futuro el concepto de “enseñanza aprendizaje”. Aún recuerdo el esquema que nos presentó don David, debo tenerlo guardado en mis apuntes y notas en un archivo (físico) del cual no tengo la llave. Sin embargo, lo que él nos compartió cambió, como dije antes, mi mente en cuanto a la educación. Por años escuché a muchos pedagogos hablar sobre las metáforas de la educación. Unos asemejan al maestro como un agricultor que siembra en la tierra (el estudiante) la buena semilla, que con cuidados crecería; otros la comparan con el médico y paciente, que da una píldora para el mal que padece este último; además hay otros que la comparaban con un banco; el maestro deposita en el estudiante, y cuando este la necesita solo saca del banco (su cerebro) el aprendizaje. No digamos la metáfora del fabricante de ladrillos o tornillos, etc. Todas estas metáforas si bien tienen su aplicación o enseñanza, deshumanizan la educación. Don David, nos compartió en esas clases una metáfora en que ambos, estudiante y maestro, son humanos, esta es denominada la Metáfora del Peregrino (no en el sentido de peregrino que camina a una iglesia hincado o de pie, como sacrificio).

Como duele....

Como duele verte mi amado El Salvador,
tan dañado, tan destruido
por la inclemencia del tiempo y el desamor.
 
Duele ver tus calles como ríos,
tu vegetación anegada por el agua,
donde había casas... ahora hay "nada".
 
Duele ver a tus hijos sufriendo,
con sus rostros llenos de angustia,
incertidumbre, desesperanza y temor.
 
Duele ver que, en medio del terror,
otros se muerden por envidia y rencor,
sin ver lo bueno y lo de valor.
 
Duele, como duele verte sufrir,
quisiera poder a los cuatro vientos decir:
"Eres fuerte El Salvador, no temas sucumbir."
 
Dios aún tiene misericordia de ti,
porque te ama, aun sigues en pie.
Él te sostiene y te protege sin fin.
 
 
Alicia Herrera Rebollo
15 de octubre de 2011

viernes, 2 de octubre de 2015

Una vida en las manos de Dios

“Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras” Salmo 73:28


Una vida en inicio (Dios cuidando y preservándola)

Después de casi morir junto a mi mamá, durante su embarazo, milagrosamente nací en diciembre de 1965 en un hogar super católico. Además, mis padres Carlos Herrera Rebollo y Concepción Rebollo de Herrera R. eran jóvenes profesionales muy involucrados en la vida política de mi país El Salvador. Fui la tercera hija después de dos niñas, y posteriormente vinieron un hermano y una hermana.Durante mi niñez tuve experiencias familiares muy dolorosas que marcaron mi vida. Con tan sólo 6 años, en 1972 mi familia sufrió el exilio político, que duró gracias a Dios sólo 9 meses. Por la vida política y profesional de mis padres hubo ratos alegres y ratos tristes, porque la mayor parte del tiempo la pasábamos sólo con las sirvientas o con mi abuelita materna: abuelita Mina. Mi padre quien fue Alcalde de San Salvador en dos períodos (1970-1974), se retiró de la política por unos tres años, fueron momentos agradables para todos. Pero, en 1977, fue llamado por el presidente electo para colaborar como Ministro de Educación. Por supuesto, todos dijimos ¡Sí! menos Ana Celina, una de mis hermanas, pues temió algo nefasto. Y así fue, en 1979 mi padre fue asesinado vilmente por los guerrilleros, al menos así dijeron. Sin saber que mi padre había aceptado a Cristo con el hermano Juan Bueno, unos quince días antes de morir. Su asesinato marcó mi vida grandemente. Sentimientos de dolor, amargura, rechazo, deseos de venganza crecieron en mi mente y corazón. Y con esto en mente, empecé a estudiar Relaciones Internacionales, una carrera que me daría la “oportunidad” de llegar a tener poder político. Aunque yo era muy religiosa y amaba a mi manera a Dios, y a los ateos les compartía que Dios sí existía, mi vida estaba vacía.