Hay caminos que se toman, pensando que son los que debemos
recorrer, que son los que nos llevarán a un mejor futuro. Se comienzan a caminar con alegría, con
entusiasmo y con ilusión. A veces se hace acompañados y a veces vamos solos,
pero avanzamos.
En esos caminos de repente encontramos montañas que hay que escalar, y nos agotan haciendo que desfallezcamos del intento, pero ahí estamos, lo intentamos y muchas veces lo logramos, y llegamos a la cima con éxtasis y gritando: Victoria, he llegado. Sin embargo, tenemos que bajar, y lo hacemos sin poner frenos, sin mayor cuidado. Esto hace que podamos deslizarnos y llegar a lugares difíciles en los cuales nos golpeamos y hasta podemos sufrir heridas.