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martes, 18 de julio de 2023

Caminos que andamos

 


Hay caminos que se toman, pensando que son los que debemos recorrer, que son los que nos llevarán a un mejor futuro.  Se comienzan a caminar con alegría, con entusiasmo y con ilusión. A veces se hace acompañados y a veces vamos solos, pero avanzamos.

En esos caminos de repente encontramos montañas que hay que escalar, y nos agotan haciendo que desfallezcamos del intento, pero ahí estamos, lo intentamos y muchas veces lo logramos, y llegamos a la cima con éxtasis y gritando: Victoria, he llegado.  Sin embargo, tenemos que bajar, y lo hacemos sin poner frenos, sin mayor cuidado.  Esto hace que podamos deslizarnos y llegar a lugares difíciles en los cuales nos golpeamos y hasta podemos sufrir heridas.

Pero nos levantamos, y seguimos caminando, quizás en la dirección contraria, y no nos damos cuenta de que una y otra vez encontramos paredes frías, témpanos de hielo, y a veces fuego abrazador que nos quema casi hasta el alma.

Queremos llegar ese lugar que nos parece el más maravilloso para nosotros.  Seguimos caminando y seguimos, tropezamos quizás una y otra vez.  Cruzamos valles, ríos, hasta desiertos, y una vez más solo hay sufrimiento, nada es cierto. Todo lo que imaginamos era un espejismo, una imagen irreal.

Hasta que un día, escuchamos, y aunque en el fondo de nuestro corazón y mente ya lo sabíamos, que nos dicen con amor: “este no es el camino que quería para ti”.

Entonces, nos sentamos, sintiéndonos solos, y lloramos, derramamos nuestro corazón y con las manos levantadas hacia el cielo, clamamos y pedimos perdón por haber tomado el camino equivocado.

De alguna forma, retomamos el camino correcto, que nos llevará a un mejor lugar, ese que ni siquiera nos imaginábamos que sería aún más maravilloso.

Esto puede ser la historia de cualquiera de nosotros, y debemos meditar, antes de tomar el camino equivocado, ese que trae lágrimas, golpes, frustraciones, para que nada de lo que se encuentra ahí nos pase.  Es cierto, que aprendimos, pero a veces no es necesario pasar por tanto dolor, pues con solo oír esa voz que nos decía: “por ahí no es”, debíamos haberlo evitado.

Ahora bien, no hay que llorar por la leche derramada, sino sacudamos nuestros pies y emprendamos un mejor camino, como una metanoia, regresar hacia el camino correcto que nos llevará hacia lo que Aquel que nos ve, quería para nosotros.

Nunca es tarde, regresemos para andar por el mejor camino.


Alicia Herrera Rebollo

17 de julio de 2023


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