Leyendo el libro de Nehemías, que dicho sea
de paso, es uno de mis libros favoritos de la Biblia, llego al capítulo 9
y encuentro que en un día específico, Esdras leyó las Escrituras y después
comenzó a tocar cada pico importante de la historia de Israel. Pasaron un
cuarto del día leyendo y meditando en como a pesar de la desobediencia y
necedad del pueblo a través de la historia, Dios siempre fue misericordioso,
fiel, cuidadoso, amoroso, proveedor, perdonador, tolerante, guiador, y muchas
cosas más.
No quiero mencionar cada pecado o necedad del pueblo, sino exaltar a Dios y traer a cuentas que así como la historia de Israel se puede recordar para mover a un cambio de actitud personal y nacional, nosotros, los creyentes debemos ver hacia atrás, y recordar como Dios ha sido con nosotros a pesar de nuestra infidelidad hacia Él, e incluso ver la historia de otros para comprobar que Dios siempre es fiel, porque es fiel a sus pactos, a su esencia de Dios, amoroso y misericordioso.
Me pregunto y no comprendo cómo es el amor de Dios tan grande. Pero también me digo: "¿Cómo es posible que seamos tan ingratos y no tener la vida que El desea para nosotros? Una vida de santidad, de alejamiento de pecado, de entrega a Él. Francamente somos ingratos, somos infieles, somos lo peor. Pero grande es El, que nos hace recapacitar en su Palabra sobre nuestro actuar.
A veces nos justificamos y racionalizamos nuestro pecado, diciendo: "somos humanos", "todos pecamos", " soy débil", "no hay que ser tan cuadrados", "seamos libres", "Dios quiere que sea feliz", y cosas semejantes. Es cierto todo esto, pero no es válido que pequemos a diario y a conciencia. Dios quiere que tengamos una vida libre y feliz. Libre para decir NO al pecado y SI a la santidad; feliz, para disfrutar sus maravillas; libre, para adorarle no para insultarle en la cara; feliz, teniendo plena comunión y comunicación con El. NO, no es justo que abofeteemos a nuestro Dios con nuestro pecado. No es para aprovecharnos de su misericordia. Como dice el Nuevo Testamento, en Romanos 6:1-2:
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el
pecado para que la gracia abunde?
En ninguna manera. Porque los que
hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
Por eso invito a todo aquel creyente en Cristo a que no perseveremos en el pecado, ni estemos jugando en nuestra vida a pecar y ser perdonado, pecar y ser perdonado. Dios no merece esta actitud. Si bien es cierto que nos perdona, no sigamos con estas prácticas. Aunque Él no se cansa de perdonar, nuestros pecados y sus consecuencias nos alcanzarán, trayendo miseria a nuestra vida. NO nos jactemos de que aún estamos bien, a pesar de que pecamos con conciencia.
El pueblo de Israel, también llegó a la convicción de que debían pedir perdón por sus pecados y Esdras lo hace a nivel nacional, pide perdón por los pecados de todo Israel como nación. Después de eso alabaron a Dios todos juntos. En el capítulo 10 hace un pacto con Dios, para dejar muchas prácticas pecaminosas, no solo a nivel personal, sino a nivel nacional o social.
Volvamos nuestros rostros a Dios y paremos nuestra práctica pecaminosa, pongámonos a cuenta con Dios y valoremos su amor y misericordia, al menos tratando de no pecar como estilo de vida.
Dios nos tiene en sus manos y por sus misericordias no hemos sido consumidos. Volvamos a ver nuestra historia, y la de Israel y comprobemos que Dios ha sido fiel y que si le amamos, al menos debemos cada día serle fieles a Él. Recordemos la historia como lección para un cambio radical en nuestras vidas. No tenemos por qué repetir una historia de pecado, más si de obediencia y alabanza a Dios. Y veamos si nuestro futuro no es diferente. Vive tu presente aprendiendo de las lecciones del pasado para que tu futuro sea mejor.
Alicia Herrera Rebollo
4 de septiembre de 2012
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