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lunes, 24 de abril de 2023

Aquí lo que hace falta es AMOR....


Aprendí amar a mi país cuando en 1972 con 6 años, mi papi y toda mi familia nuclear fue exiliada. Aún recuerdo como lloraba cuando nos comunicó mi papá que no podíamos regresar...Yo le decía: ¿y por qué no nos dejan? dígale a mi tío (Molina) que nos deje entrar. No entendía porque nos negaban la entrada, así como no entendí por qué mi papá había sido primero apresado en el aeropuerto cuando nos disponíamos a salir a un viaje en excursión con otras familias, tampoco entendí porque los soldados habían rodeado el avión encañonándolo y no dejaba que despegara... pero menos entendí que nos dijeran que no podíamos regresar. Al mes nos fuimos a México para estar más cerca de El Salvador... Cuando en el colegio llegó septiembre, comenzaron a sonar las notas de "mexicanos al grito de guerra..." (el himno de México) Empecé a llorar y me negué a cantar el himno que no era de mi país.

Recuerdo que el segundo día después de mi negación... mi papá me acompañó al colegio, y en la entrada, después de la puerta, se agachó y me dijo: Hija, México es ahora nuestra segunda patria, porque aquí estamos viviendo y nos ha albergado... no sé qué más me dijo, pero le prometí que lo cantaría. Ese día y los posteriores lo seguí cantando, pero en mi corazón estaba ese deseo de regresar a mi país. Gracias a Dios el exilio duró solo 9 meses.   En ambos países, USA y México tuvimos la oportunidad de quedarnos para siempre, le ofrecieron trabajo a mis padres, pero el amor de mi papá hacia el país y su responsabilidad en esa época siendo el Alcalde de San Salvador... y con el apoyo de mi mami a las decisiones tomadas siempre en conjunto, un día después de mi cumpleaños, el 17 de diciembre emprendimos el viaje de regreso.


Nunca imaginé que después de eso vendrían tiempos duros para mi familia y para mi país. Cuando mi padre fue asesinado en 1979, sé que a mi mami le ofrecieron de varios países irnos.  Escuché a más de algún Embajador cuando la visitaron en la casa decirle que las puertas estaban abiertas en sus países.  Pero mi madre, por amor al país, a lo que hacía con su profesión, y quizás con incertidumbre de que hacer lejos del país con 5 hijos de edades tan diferentes (17, 16, 13, 12, y 5 años).  Fui aprendiendo amar más y a no querer irme de este país que me vio nacer... mi patria, y surgió un deseo de seguir los pasos de ellos, de servirle. 

Luego a mis 19 años, me hice cristiana y Dios puso en mi corazón el deseo de servirle como misionera... después vino el terremoto, otro evento que sufrí en carne propia y quizás estar en las entrañas de la tierra, me hicieron profundizar mi amor por este terruño amado.... Luego me fui unos años después a Guatemala a estudiar para prepararme y servir a Dios.  Esos 6 años lejos, me sirvieron para ahondar el amor por mi patria.  Cada vacación salía corriendo para estar aquí. Sinceramente nunca he querido irme de aquí. 

Sufrimos la guerra, y créanme que me dolía ver como se mataban... unos asumiendo ser los "buenos" y los otros los "malos".  A mí solo me importaba una cosa: nos estábamos matando entre hermanos y hermanas, por puro gusto, aunque unos y otros con justificadas razones... Unos porque vieron la crueldad de la injusticia y la mentira de las elecciones disque democráticas, y otros por su afán de defender al país.  Mientras los que los mandaban... vivían de lo más lindo.  Pero bueno... Este evento de la guerra me hizo reflexionar en mi amor por el país.  Oraba por esta patria amada, para que un día acabara la guerra, aunque me dolía las razones de porque se llegó a ella, oraba para cada persona conociera a Jesús de manera personal y le obedeciera de verdad, pues entendía que es la única manera de acabar la violencia. 

Tal vez no he hecho mucho por mi país, pero lo poco que he hecho, lo he hecho por amor a Dios y a mi patria. 

En estos años, me he dado cuenta que hay algo que me hace amar a mi país, a mi patria, a mi nación: es su sufrimiento a pesar de que la gente es gente especial.  Tanta violencia generada por ambición, por la desigualdad, por la injusticia, por intereses personales. A pesar de una firma de la paz, como lo dije en un escrito: la firma se quedó en papel, pues se siguió con la guerra verbal, no se formó a las generaciones después de la firma en una cultura de paz.  La violencia verbal entre políticos llegó al extremo y lo podemos ver en las redes sociales, en aras de la libertad de expresión, mal entendida a mi criterio. Una cosa es cierta, las palabras (audibles o escritas) golpean más fuerte que una bala o cuchilla.  Sumado a esto, el asunto de la delincuencia y de las maras que se ha ido agudizando más y más. Mientras los políticos se echan la culpa unos a otros del fenómeno de las maras. Estamos viendo asesinatos, atentados terroristas en hoteles, paros de buses, de hospitales, y otras acciones que preocupan a la ciudadanía, y deja un sabor de "ME QUIERO IR DE AQUÍ" o de temor de "Volver al pasado".   

Hoy al recorrer las calles de San Salvador y Zacamil, por el paro de buses, supuestamente por amenazas de las maras, pensaba que esto era un caos. Después leí que las rutas en paro son las de dos connotados y no muy queridos, empresarios de transporte público... Entonces me digo; como muchos lo han reflexionado, aquí hay algo más que una amenaza de las maras.  ¿En qué estamos?, ¿Por qué nos hacemos daño?, ¿Por qué si está un gobierno de cualquier corriente política, la oposición partidaria o no partidaria, desestabiliza?, la respuesta es clara para algunos que dicen: «intereses económicos".

Sin embargo, desde mi perspectiva, lo de interés económico es lo de menos, porqué esto es reflejo de la mezquindad, el egoísmo, la envidia, la avaricia, etc. que en el fondo es falta de AMOR... Amor a Dios, amor a la PATRIA, amor a la gente de nuestra patria.  Pues si realmente la amaramos, todos juntos construiríamos un mejor país, apoyando, ayudando, inventando que hacer para que el país progrese, sin estar echando leña al fuego para una guerra social, educándonos para la paz y en paz, sin lenguaje violento, sin violencia.  Como dije una vez en una entrevista: No creo en la política de revancha y de odio. Se hace política para servir, para construir, no para atacar al adversario y destruirlo.  

Sinceramente, creo que no es el gobierno de turno el malo, el incapaz, etc. porque si no mal recuerdo, también en años anteriores, hubo paros de buses y de médicos, había maras y no fueron detenidas.  ¿Eran incapaces esos gobiernos también? Realmente Somos todos y todas, salvadoreños y salvadoreñas los incapaces de amarnos y ponernos de acuerdo para hacer que El Salvador sea el país que merece ser.  

Sonaré utópica, religiosa para muchos, pero creo que mientras el amor de Jesús no penetre en los corazones, mentes y acciones de nosotros, esto seguirá peor.  La religiosidad nos ha matado, somos un alto porcentaje de supuestos creyentes en Dios, pero las mentes y corazones están lejos de ser de verdad cristianos.  Creo en el socialcristianismo y la social-democracia, y seguiré en mi utopía de trabajar desde allí por mi país, pero mi mayor convicción es que mientras Dios no les amanezca a la gente... seguiremos como siempre bien fregados. 

Recordando una vez más la frase de mi padre, que marcó mi vida y mi accionar: 



"El amor a Dios, el amor a la patria, y el respeto a las ideas de los hombres, es el único camino para construir una sociedad más justa y más humana", me hace eco y me dan la firme convicción de decir: 

Aquí lo que hace falta es AMOR...

 

Alicia Herrera Rebollo

27 de julio de 2015

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