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viernes, 28 de abril de 2023

Identificando banderines de violencia en el noviazgo (2)


Defino banderines amarillos, como aquellas señales que aparentemente son ingenuas, comunes, y hasta románticas, pero que desde otro ángulo se ven como señales de advertencia que algo no está bien, y que denotan cierto peligro en la relación.

Definitivamente estoy consciente que todas las relaciones de noviazgo son diferentes, y no pienso encasillar estas ni creer que todas deben ser iguales, pero en todos se debe estar alerta al menor signo de violencia.

Cuando uno inicia una relación de amistad y se torna tan especial como para pasar al noviazgo es algo emocionante y nos hace casi que flotar, pensando en todo lo bonito que se puede vivir con esa persona especial.  Así fue en mi caso, aunque debo decir, que al principio no estaba convencida, casi que fue por recomendación y animo que me dio una de mis mejores amigas, las compañeras que me decían lo enamorado que veían al que sería mi novio.  


Voy a puntualizar algunos banderines que no identifiqué en el momento de iniciar esa relación, sino que las vi muchos años después. Incluso ignoré recomendaciones que en clases de don David Mendieta nos había dado para el éxito o fracaso de una relación.  No me importaron quizá. Pensé que sería diferente y que el amor vencería todo. Pasé por alto toda diferencia familiar, cultural, conductual, de visión, etc. pensando que con amor las cosas iban a ser mejor. Solo vi su amor a Dios, su inteligencia y espiritualidad. ¡Ah ilusa que fui!

1. Impaciencia para que le diera el: sí acepto ser tu novia.

Teníamos como 3 meses de habernos hecho amigos, y claro estando internados en el lugar de estudios, yo en cuarto año, él estaba en su primer año, compartíamos mucho tiempo en diferentes espacios.  Aún recuerdo que a finales de junio me propuso ser su novia, pero yo no estaba segura, realmente, por lo que le dije que me dejara pensarlo.  Ese día casi que me condicionó que no me tardara mucho en responder, pero no hice caso.  Después me contó que había hablado con un amigo y compañero de él, quien le aconsejó que tuviera paciencia.  La paciencia le duró 14 días, y pues le terminé aceptando.

2. "Sugerencia" casi prohibición en cuanto a mi estilo de relacionarme con mis amistades.

Aquí recuerdo dos cosas bien puntuales.

  • Por cuatro años, había hecho la misma broma a uno de los compañeros más inteligentes de mi promoción, que prácticamente se había hecho broma general, porque algunos hasta me avisaban que ya iba a entrar a la clase, la broma consistía en que yo suspiraba fuerte y él se ponía colorado.  No había interés de ninguno de los dos, era pura molestadera de clase.  Pues ya casi por terminar mi cuarto y último año, un día el novio me dijo: "No se ve bien esa broma, deberías dejar de hacerla".  Yo pensé, si quizá tiene razón... me deje prácticamente manipular y accedí a no hacerla más.
  • Otra escena dentro del comedor de nuestro lugar de estudio.  Siempre nos sentábamos a comer con mis mejores amigos, una pareja de novios, y otros compañeros de clase o del internado.  En la sobremesa, nos quedábamos con la pareja de novios y comentábamos las cosas que nos habían pasado con otras personas.  Pues un día, a parte me dijo que dejara de estar hablando cosas con ellos, que no era correcto. A eso no le hice mucho caso, pues con ellos nos desahogábamos cuando nos sentíamos molestos por situaciones específicas. Sin embargo, me limité a hablar frente a él de estas cosas con ellos.
3. Celos

Había otro salvadoreño casado y compañero de él,  En las noches los internos íbamos a tertuliar en la cafetería que se llamaba "La Colocha".  Ese compañero empezó muchos meses antes de hacerme amiga del que sería mi novio, con uno de los pastores de la Iglesia a la que yo iba en El Salvador, francamente él había sido gustado por muchas señoritas de la iglesia, pues este amigo me preguntaba que si no me gustaba, y me bromeaba con eso, yo como siempre bromista  le decía, "ay si, tan guapo que es", pero era todo. A mí no me interesaba ni me gustaba, si lo admiraba por su espiritualidad y su personalidad, pero nada más.
Pues cuando nos hicimos novios, comenzó con los celos hacia este hermano, y me hostigaba, porque ya le había dado el sí, y por más que le dije que no había interés de mi parte, siempre estaba esa sombra de la broma en la Colocha.

4. Crítica a los patrones socio-culturales personales

En mi familia siempre nos enseñaron a estar en la mesa o en otros lugares con reglas de etiqueta, nos hicieron leer el Manual de Carreño, La Cuchara de Plata, aunque mis padres no fueron muy estrictos, si nos enseñaron a comer correctamente con los cubiertos.  Yo había notado que él no los usaba correctamente, pero igual, no mucho me importaba, sin embargo, cierto día se tocó el tema en la mesa, y él comenzó a criticar todo eso de la etiqueta y protocolo, y a decir que eran imposiciones culturales que a él no le interesaba, y criticó fuertemente a las familias que lo adoptaban.  Me quedé sorprendida de todo lo que dijo.  Y de vez en cuando no perdía la oportunidad de lanzar una crítica burlona hacia ese tipo de cosas que a mí si me importaban.  Yo pasaba o intentaba pasar por alto y me decía a mí misma: algún día va a aprender, yo le voy a enseñar.  ¡Ah ilusa que fui!

5. La mala relación con su madre

Cuando me contó cómo había sido su infancia en un seno familiar sin una madre presente, no imaginé todo lo que acarrearía.  Me importó que en ese año en Guatemala, la había contactado y había establecido relación con ella y que todo aparentemente iba bien entre ellos.  Pero no sabía ni se dejaba ver todo el daño emocional que la ausencia de su madre había significado para él.  


Ahora bien, por mi parte, he podido detectar algunas cosas en mí, que dieron pauta a que no pude ver como peligrosos estos banderines amarillos de violencia. Si me molestaban, no lo niego, pero los pasé por alto, quizá por estas razones:

1. Tenía mala autoestima

Si bien en el fondo me gustaba yo misma y sabía que tenía cualidades bonitas y grandes, había ciertos complejos personales que poco a poco iba superando y estaba en esa continua lucha de vencerlos y mejorar.

2. Temor a la perdida

La ausencia de mi padre me había marcado. Siempre tuve el miedo de ser abandonada, no porque mi papá hubiese abandonado a mi mamá, sino por su muerte, hubo ese temor de perder a alguien amado.

3. Querer ser la heroína del cuento

En cierta forma, creo que creía que mi amor ayudaría al hombre de mi vida a superarse, a crecer. Vi tantos ejemplos en mi entorno y yo deseaba ser como ellos. Creí que al llegar al matrimonio yo le ayudaría a ser mejor y a superarse.  


Parecían cosas insignificantes, intrascendentales, porque después de todo, el amor cubre multitud de pecados (errores) ¿no?  Nunca pensé que estas cosas podrían aumentar con el tiempo.  
Nuestro noviazgo fue más que todo en la distancia, solo compartimos unos meses juntos en la casa de estudio, yo terminé ese año los míos, estuve en El Salvador todo un año trabajando en mi iglesia, y él siguió en Guatemala, su segundo año.  Así es que fue más por carta y llamadas, una visita mía en su cumpleaños, sus venidas en las dos vacaciones trimestrales, y luego nos casamos.
Así es que ese año fue tranquilo, no hubo muchas cosas de sobresalto o molestias con respecto a lo que escribí anteriormente. 

Sé que muchos dirán que estas cosas no son nada, que son irrelevantes, pero lo que sí es cierto, es que hay cosas que van aumentando, hay trasfondos que aunque se conozcan se pasan por encima o no se quieren tomar en cuenta.  Lo cierto, es que en el noviazgo se debe poner atención a todo, y comenzar a trabajar en esas cosas que molestan a ambos, a poner límites, a aprender  a ser asertivos y saber decir sí o no.  

En la próxima entrega, hablaré de los banderines de violencia en el matrimonio.


Alicia Herrera Rebollo

Puede leer el primer escrito del tema aquí:

1 comentario:

  1. Te felicito por atrever a publicar tus vivencias, entendiendo que le pueden ayudar a alguien. Aunque las hayas escrito mut superficiales , puedo inferir que son la base sobre la estructura. Dios te lleva de gloria en gloria de victoria en victoria.

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